La vida en común es una de las nominadas al Premio al Mejor Montaje de la Competencia Argentina, que otorgarán EDA y SAE en la 21ª edición del BAFICI. Ana Godoy nos cuenta cómo fue el proceso de montaje de la película.
La primera vez que nos reunimos, el director Ezequiel me contó que le interesaba investigar la zona de la Conquista del Desierto y las experiencias de los pobladores actuales. Su atención se enfocó en una nueva comunidad de veinticuatro casas de concreto que imitaban las antiguas toldarías ranqueles. A ese escenario surrealista en el medio de la nada se fueron a vivir algunas familias de origen ranquel.
Era una especie de puesta en escena sobre lo indígena, pero donde estaba efectivamente fundándose algo real. La idea de registrar ese lugar y la gente que lo habitaba parecía muy interesante.
Ezequiel había hecho varios viajes a la comunidad, se había familiarizado con ellos, lo dejaban entrar y filmar sin problemas. El material que había juntado era hermoso y se podía ver la singularidad del lugar y la gente, pero todavía no había una estructura, mucho menos un guión para organizar un relato.
¿Se podía hacer una película con todo eso? ¿Qué clase de película?
Mientras yo empezaba a sumergirme en todo ese primer material, viajaron de vuelta a la comunidad, esta vez con una premisa más ficcional, un equipo técnico más grande y una actriz. La idea era combinar una línea ficcional con las biografías de los habitantes. Pero el esquema que suponía esta producción poco tenía que ver con los tiempos de la comunidad y de esa mezcla aún no surgía aquello que nos parecía más valioso. Y aunque al final no usamos nada de lo que se filmó esa vez, fue en ese viaje que Ezequiel encontró a Uriel, el protagonista de la película, y con él empezó a delinearse la película que tenemos hoy.
Descartar por completo este intento ficcional fue duro. Pero estaba este niño, el tenía algo brillante, había que volver, filmarlo a él. Y así fue, el equipo se redujo drásticamente, solo viajaron Ezequiel, el df Joaquín Neira, y el asistente de dirección Nacho Ceroi, que fueron fundamentales para la película.
Enfocarse en Uriel y sus amigos le daba sentido a todo. Era la experiencia de ellos la que había que contar. Pero todavía faltaba algo que uniera todo, estábamos en el camino correcto pero aún no era una película. Al último viaje me sumé. Uriel estaba creciendo y el tiempo apremiaba. Así que fuí a editar-guionar en rodaje.
Llegar a la comunidad fue extraño. Generalmente pienso que es mejor no pisar rodajes, no contaminarse de lo inmediato de la filmación, mantener esa distancia. Pero en este caso fue importante hacer lo contrario.
Fue así como la ficción volvió a entrar, pero a partir de elementos que observábamos ahí. Los chicos salían usualmente a cazar, pero a Uriel parecía no interesarle mucho esta actividad. Extremamos estas posiciones que veíamos en ellos e inventamos la amenaza de un puma que acechaba la comunidad. Algunos querían cazarlo, Uriel en cambio empatizaba con el puma.
En la última etapa de edición se sumaron dos colaboradores esenciales: Juan Godoy y Florencia Gomez García, colegas talentosos con sensibilidad y oficio.
Por último escribimos, junto a Agustín Godoy, una voz en off que recolectaba pensamientos de Uriel, sensaciones nuestras estando allá y una fábula del puma, y con eso terminamos de armar La vida en común.
Funciones:
Domingo 7 de abril, 20:15, Multiplex Belgrano
Lunes 8 de abril, 15:00, Multiplex Belgrano
Miercoles 10 de abril, 18:30, Gaumont