María Astrauskas , editora de Invisible, nos cuenta cómo fue el proceso de montaje de la película dirigida por Pablo Giorgelli, nominada al premio al Mejor Montaje de películas en Competencia Internacional, que otorgará EDA en la 32ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
«El montaje de Invisible fue un proceso que demandó 6 meses de trabajo. Si bien en el guión ya estaba planteado el punto de vista excluyente de la protagonista, en el montaje se tomaron decisiones drásticas como no utilizar contraplanos de personajes secundarios y contar las escenas casi en planos únicos, lo que ayudó a fortalecer aún más la idea inicial del punto de vista y el planteo formal que la película proponía. Al utilizar tomas únicas el desafío se concentró, en primer lugar, en elegir la toma correcta (entre un promedio de 15 retomas por escena) y luego trabajar fuertemente en la estructura dramática y el ritmo, para ir dosificando el conflicto interior de la protagonista contado a través de gestos y miradas, a veces mínimas, más que de palabras. Luego el desafío se enfocó en el trabajo narrativo que se hizo con el sonido en la etapa de montaje: tratamos de contar la presencia de la ciudad y el barrio al que pertenece la protagonista y el contexto político, social y cultural que le toca enfrentar. Ese mundo exterior de la protagonista que no vemos pero sí escuchamos a través de la televisión o la radio, se termina de definir durante el montaje, donde se constituye y se revela como un elemento dramático de mucho peso en el relato y con una incidencia directa en la realidad de Ely, la protagonista. Pablo Giorgelli, el director, montajista de formación, no tiene problemas en cortar o eliminar escenas que le gustan si entiende que en la película no funcionan. Y eso es algo que un montajista agradece. Arranca el montaje en «foja cero», logra despegarse del guion y de lo que pasó en rodaje y se trabaja a partir de lo que «se ve y se escucha» en el material, por lo que el montaje se vuelve realmente un espacio de creación y reescritura del film. Para terminar, me gustaría señalar como una gran iniciativa la idea de visibilizar nuestro trabajo. La posibilidad de entregar premios en festivales es una de las maneras de hacerlo. La otra es seguir trabajando como se viene haciendo desde las asociaciones que nos representan para cuidar de manera colectiva las necesidades y obligaciones que regulen las condiciones de trabajo de los montajistas. Tal vez, una de las asignaturas pendientes (seguramente habrá otras) sea lograr poner en evidencia la importancia del rol del montajista dentro de la industria audiovisual. De alguna manera, siento que nuestro trabajo, comparado con el de los guionistas o directores de fotografía, aún no está valorado del mismo modo y creo que se debe, en líneas generales, al desconocimiento de lo que hacemos y cómo lo hacemos.» Funciones: