Dounia Sichov editó la película Les enfants d’Isadora, que está nominada al premio al Mejor Montaje de la Competencia Internacional que otorgará EDA en la 34ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, nos cuenta el proceso de edición de esta película:
¿Cuáles fueron los desafíos del montaje de este film?
El desafío más particular de este film fue montar estas tres partes que no tienen, más allá del tema, ningún vínculo entre ellas (las actrices no se cruzan jamás y cada una tiene distintas cosas en juego en relación al tema) sin que por eso fueran tres cortometrajes, más bien un largometraje, con un arco dramático que suplante los arcos específicos de cada parte.
Por otra parte, hacía falta encontrar el tono de cada una de estas historias y lograr pasar de una parte a la otra sin que el espectador se sintiera “huérfano” de la parte anterior, o perdido. Es sin duda también, lo que permite mirar estos tres relatos sin tener la impresión de ver repeticiones: cada una tiene su estética, un punto de vista y una narración que refleja el carácter de su heroína, pero que deja, en un momento dado, el lugar a la de otra – como en un ciclo de vida/muerte, que es una de las temáticas del film.
La de Agathe debía encontrar su respiración, su ritmo; la de Marika y Manon tenía una mezcla de escenas de repetición casi documentales, que había que editar como una ficción, encontrar los puntos de raccord entre dos planos que quizás no tenían nada que ver, y unirlos con las escenas más escritas; la de Elsa tenía la tarea de venir última y presentar un personaje casi mudo: había que retener la atención del espectador! Pero las imágenes de Noé Bach eran completamente bellas, puras, del orden de la esencia, y es este rigor vivo el que nos guió.
Por último, el lugar de la música fue muy discutido: era necesario saber dosificarla, porque la pieza era larga (más de 4 minutos), y el riesgo era que el espectador se cansara o se sintiera reticente a reescucharla. Entonces el equilibrio tuvo que hacerse en el seno de cada parte y también en la totalidad de la película, como con las figuras fractales.
¿Cómo fue el trabajo con el director?
Empecé a montar durante el rodaje, lo que nos permitió avanzar a la distancia, pero juntos. Damien me enviaba storyboards con las fotos de las tomas que el quería que use, lo cual me permitía tener una base muy sólida para comenzar sin el. Además, hubo un trabajo extremadamente preciso incluso en el texto que se ve al principio de la película, o el ritmo de los créditos iniciales, y el ritmo de las voces en off. Es un film extremadamente reactivo a los cambios, mismo los más anodinos, y debíamos mantenernos muy atentos a la vivacidad de las imágenes. Es el film el que nos decía lo que a él le gustaba y lo que no. Nosotros teníamos la presencia de Isadora con nosotros, e intentábamos no perder nunca su aprobación.
¿Trabajaste con asistente de edición? Cómo fue el trabajo con el departamento de sonido?
La asistente, Jean Folque, se ocupó de preparar los rushes y hacer las salidas para las etapas siguientes de la postproducción; para el montaje en sí mismo, yo estaba sola.
Con el departamento de sonido colaboramos para la grabación de la voz en off de Agathe: el tono, el ritmo y el carácter eran muy particulares porque debían dejar una prioridad a la imagen, algo que no es común – eso de lo que habla Robert Bresson en sus Notas sobre el cinematógrafo: un sonido no debe venir al rescate de una imagen, ni una imagen al rescate del sonido. Así, la voz de Isadora (leída por Agathe) permitía que coexistieran, además del presente de Agathe, un segundo presente: el de Isadora. Al comenzar la película de esta manera, lo poníamos de inmediato en esta idea de traspaso, de círculo muerte/vida, de cualquiera que ha dejado su lugar a los otros que están bien aquí. Era necesario entonces que la voz del presente de Isadora no sofocara la imagen del presente de Agathe y que las dos tuvieran una existencia propia a los ojos de los espectadores.
Creo que el rol del montajista está muy subvalorado – salvo por aquellos que tienen recursos! Es un trabajo de la sombra, no porque uno pase tres meses en la oscuridad, sino porque nadie es testigo de aquello que pasa con la materia del film todos esos días durante tres meses, excepto dos personas: el montajista y el director. El productor puede tener conciencia de la forma en la que se puede hacer evolucionar una película, pero de una forma más abstracta. He escuchado a Céline Sciamma decir que si ella tuviera que elegir una sóla persona para mantener en todo su equipo técnico, sería su montador. Su rol es efectivamente fundamental para darle todo el potencial a los brutos, pero también para comprender al director y llevarlo hacia la película que el quiere. Es primordial que un festival de clase A entregue este premio al último momento de escritura de un film. Es el momento en el que se reescribe la película, pero con lo real. Allí se deciden la historia, la forma, las emociones, el amor que uno tiene hacia los personajes. Un plano de pocos segundos que uno pone en los primeros diez minutos de la película puede cambiar todo. Una escena que parece aburrida y mal montada se puede transformar en una escena capital y espléndida si se la coloca más adelante. Es apasionante y vertiginoso. Hace falta comunicar mucho más al el público y a nuestro entorno profesional sobre el arte del montaje.
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=JGaBJx2F608
Funciones (día, hora y sala):
Lunes 11 de noviembre, 12.20, Auditorium
Lunes 11 de noviembre, 19.30, Auditorium
Jueves 14 de noviembre, 19.00, Auditorium