Con mucho orgullo anunciamos que el jurado de EDA (Asociación Argentina de Editores Audiovisuales) integrado por Yorgos Mavropsaridis, Miguel Schverdfinger y Lorena Moriconi (EDA), decide otorgar el Premio al Mejor Montaje de la Competencia Internacional a:
Heike Parplies por La vida invisible de Eurídice Gusmão
Por la potencia narrativa de la película, su forma barroca y sensible tanto al detalle de un objeto, un gesto, una palabra, como a los grandes movimientos de la historia, La vida invisible de Eurídice Gusmão se apropia con brutal vitalidad de los recursos del melodrama, los baja a tierra y a cuerpo, y expresa con libertad el devenir del tiempo, desde elipsis que engullen en un corte decenas de años a instantes que tiñen toda la vida.
Heike Parplies nos contó cómo fue el proceso de edición de esta película:
Mis seis meses de editar La vida invisible de Eurídice Gusmão con el director Karim Aïnouz fueron muy enriquecedores y placenteros, pero dadas las infinitas posibilidades también fueron extraordinariamente desafiantes. Teníamos montones de material muy bien filmado y con actuaciones intensas. Sin embargo, muchas eran escenas adicionales y sin un propósito específico. Esto llevó a un primer corte de 4 horas que no se sentía largo.
Librarnos de esa extensión fue complicado y terminó sencillamente por lastimar a la película, porque perdía su ritmo. Pero desde el primer día de edición, fue claro para mí que no iba a seguir la estructura del guion. Mientras que el guion trabajaba con un marco narrativo, queríamos que la película fuera mas poética, y comenzar con el contexto vibrante, cálido y atmosférico de 1950 parecía mucho más cinematográfico. Así que tuvimos que encontrar una estructura completamente nueva para contar la historia y ser inventivos con el gran salto de 60 años en el tiempo.
Fue un poco trabajoso encontrar una estructura que funcionara rítmicamente y que a la vez mantuviera el vínculo de la audiencia con Eurídice y Guida; enfocarnos en ambas sin perder de vista a ninguna de las dos. Así que mientras seguíamos cambiando el orden de las escenas, también reescribíamos las cartas, y con esos cambios modulábamos el estado emocional de Guida-siempre teniendo cuidado en no dejar que la voz en off monopolizara la narración. En el caso de Eurídice elegimos sus piezas de piano como un parámetro adicional para alterar sus emociones.