Hernán Roselli editó la película “Adiós a la memoria”, nominada al Premio a Mejor Montaje de Películas en Competencia Internacional que otorgará EDA en la 35ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y nos cuenta acerca del proceso de edición:
Mi colaboración en “Adiós a la memoria” se inició a mediados de 2014. Nicolás me contó del proyecto y me propuso grabar la rutina de su padre. Héctor Prividera estaba entonces enfermo y recluido en el departamento que compartía con su esposa. En algunas de esas jornadas también proyectamos y grabamos parte del maravilloso material súper 8mm y 8mm que filmó entre 1960 y 1976, hasta de la desaparición de Marta Sierra.
Entre esas jornadas y mediados del 2019, cuando comenzamos formalmente a montar la película, la derecha ganó las elecciones, Hector murió y Nicolás grabó decenas de horas en video con su celular y escribió un guion que incluía materiales muy diversos.
Los dos coincidimos en la premisa de una narración experimental, pero también en el equilibrio de una estructura de inclinación más clásica que sirviera para asir materiales tan heterogéneos. Lo ideal para una película de estas características hubiese sido que Nicolás ensayara previamente alguna de sus ideas estando solo en el programa de edición, pero la tecnología digital le resultaba esquiva. Esa contingencia generó algunos cortocircuitos en nuestra colaboración pero también las condiciones de la poética de la película.
El montaje duró unos seis meses, con días salteados en el medio. Juntos también escaneamos las fotos, grabamos la voz en off y fotografiamos los objetos que dividen los capítulos. Durante la edición propiamente dicha, Nicolás no sacó los ojos de la pantalla. Eso generaba una tensión constante. Discutimos intensamente durante todo el proceso. Nicolás defendía sus ideas con vehemencia y yo reclamaba la oportunidad de ponerlas en crisis. Nunca llegamos a la violencia verbal o física pero un testigo desprevenido bien podría haber confundido esos tensos intercambios de opiniones con auténticas reyertas. La incertidumbre, los pequeños vacíos en el guion, los descubrimientos en el quehacer diario y la falsa conciencia sobre el material o el ritmo de la película, eran los intersticios donde se ponía en juego lo más importante de mi colaboración, pero era importante sugerir y operar rápido. Aun así nos corrimos tan poco de algunas ideas de la estructura original, que más de una vez bromeamos practicar un cine ensayo con guion de hierro.
No me gusta lo que en la industria se conoce como versiones “offline”, no logro abstraerme de la condición provisoria de algunos de sus materiales. Existe una relación innegable entre los pequeños detalles formales y la gran estructura. Así que además del diseño gráfico de títulos, durante la edición armé una banda sonora completa de ambientes, voces, sonidos y música que resultó indispensable para encontrar el contrapunto entre el texto en off y las imágenes. Esa es la versión que van a ver y escuchar durante el festival.
Además de las canciones sugeridas por Nicolás en el guion y el bello tema de Duke Ellington que toca Héctor Prividera en el piano y sirve como leitmotiv, usamos mucho de la obra del compositor experimental japonés Ryoji Ikeda, que combina ensambles de cámara contemporáneos con instrumentos electrónicos y digitales. Eso nos permitió alternar entre el material fotográfico y digital con cierta unidad de estilo. Y creo que justamente en la ambición temeraria de Prividera por restablecer la unidad y el sentido al fragmento, radica el gran desafío formal de “Adiós a la memoria”.
Trailer: https://youtu.be/A0VbbzR3028