Martín Mainoli, Rodrigo Moreno e Ignacio Masllorens, editores de Una ciudad de provincia, nos cuentan cómo fue el proceso de montaje de la película dirigida por Moreno, nominada al Premio al Mejor Montaje de película Argentina en competencia, que otorgarán EDA y SAE en el [19] BAFICI.
El desafío de la edición fue que yo trabajaba solo en Salta y el director estaba en Buenos Aires y era la primera vez que editaba a distancia, pero todo funcionó muy bien. Yo enviaba el proyecto actualizado y el director lo reconectaba y podía ver todo el progreso.
El material filmado en Arri Amira en formato LOG era extremadamente lavado así que tuve que mejorar la imagen de todo el material para que fuera más agradable de ver. En la etapa final del montaje el director viajó a Salta y juntos intentamos lograr una versión final de la película, pero al tratarse de un documental muy abierto, siempre era posible otra estructura. Por lo que sólo logramos aproximarnos a un armado final, y en base a este trabajo el director luego con más tranquilidad y más tiempo pudo decidirse y armar una versión final que es la que se puede ver en el BAFICI.
El desafío mayor que tuvo la edición de esta película fue el de encontrarle una forma durante el montaje que ciertamente nunca tuvo antes. Yo salí a filmar con una idea muy libre en relación al montaje, quiero decir, nunca me propuse sino hasta el momento de empezar a editar, una forma específica para la película. Eso me otorgó una libertad total a la hora de filmar que la película y los planos precisaban. Luego lógicamente, el montaje se convirtió en una suerte de laboratorio constante de prueba y error.
La distancia entre el rol de director y el de editor se produce naturalmente por el propio proceso que implica montar una película cuya forma hay que encontrarla sí o sí ahí y no antes. Como no había habido ningún proceso de escritura, el montaje fue deliberadamente eso, un proceso de estructuración, de descubrimiento de un relato posible. Al mismo tiempo se trataba de un relato inasible, visual, coreográfico, formal, no está trabajado el relato en relación a la dialéctica causa-consecuencia con lo cual el trabajo requería de una gran concentración y de una intuición personal, no concebí en ningún momento ser ajeno al montaje porque esa intuición tenía que estar en mí, en algún lugar de mí estaba esa película que ahora se presentaba invisible, había que salir a encontrarla. Lógicamente tanto Martín (Mainoli) como Nacho (Ignacio Masllorens) exploraron por su cuenta el material, probaron ellos por sí solos cortes, cambios, estructuras, órdenes diversos. En ese sentido me interesa trabajar con la mirada de un montajista, mi intervención en general refiere a la estructura. Me tengo confianza en ese aspecto. Y cuando manda la estructura, la distancia con el material es ineludible. Siempre cuesta desprenderse del cariño que uno le confiere a los planos, a ciertos paisajes, a un color determinado, a un rostro o un texto. Pero durante un proceso tan largo como fue este (el proceso de montaje empezó en marzo de 2016 y terminó en febrero de 2017, casi un año), uno empieza a concentrarse más en las necesidades de la película que en las huellas que el rodaje imprimió en uno, si bien no están desligadas unas con otras, uno establece prioridades y el proceso de descarte, de desechar, de reordenar, de darle un sentido se vuelve genuino, se convierte en una necesidad.
Ignacio Masllorens:
La película la empezó a montar Martin Mainoli desde cero. Editaron mucho tiempo él y Rodrigo (Moreno). El primer corte es de ellos, así como la mayor parte del trabajo. Después de eso Rodrigo consideró que había que seguir editándola un poco más, pero Martin no podía porque tenía otra película. Ahí recién es donde entré yo.
La edición de esta película tuvo muchos desafíos. Como el título aclara el objeto de estudio del film es una ciudad entera. No tiene un argumento que la organice o un personaje central. Entonces el criterio que definía el orden de las escenas, o qué partes del material quedaban afuera era difuso. No es casual que la película haya tenido tres editores (incluyendo al propio director). Si bien Rodrigo la filmó teniendo muchas cosas claras en la cabeza, «Una ciudad…» es de esas películas a las que hay que ir encontrándoles la vuelta, y eso siempre lleva un poco más de tiempo y laburo que una ficción o un documental más convencional. Creo que esa dificultad fue lo más llamativo del trabajo. Además el material era mucho (como suele ocurrir). Y todo lo filmado era muy atractivo.
Rodrigo es de esos directores que sabe lo que quiere, o mejor dicho, sabe bien lo que le gusta y lo que no. Además sabe muchísimo de cine, le encanta probar cosas nuevas, y -algo fundamental- tiene un excelente sentido del humor. Así que la pasé bárbaro.
Funciones:
23 de Abril, 18:10, Village Recoleta 7
24 de Abril, 18:10, Village Recoleta 7
27 de Abril, 15:10, Artemultiplex Belgrano 3