El cisne equivocado
El día de hoy, 19 de octubre, se estrena en el marco de la Competencia Argentina del 15 Festival Tucumán Cine “Gerardo Vallejo”, el documental El cisne equivocado, dirigido por Lucila Frank y Andrea Morasso, y editado por nuestra socia Verónica De Cata (EDA). La película estará disponible por 24 hs para ver online y de manera gratuita en la página web del festival, y tendrá una repetición el día 22 de octubre.
Tuvimos la oportunidad de charlar con Verónica acerca del trabajo de montaje en este proyecto. Acá les dejamos la entrevista y ¡felicitamos a nuestra socia por el estreno!
¿Cómo llegaste al proyecto?
Yo ya conocía el proyecto porque soy amiga de una de las directoras, y las chicas venían grabando desde el 2014. Ellas habían editado algunos armados cortitos para presentar como work in progress. En el verano del 2018 Lucila me pidió que le diera algunas clases de Premiere porque quería empezar a editar un planteo inicial de lo que se imaginaba. Andrea había viajado a España. Hacia mediados de ese año, Lu me convocó para editar la película y arrancamos con todo. Me pasó todo el material que tenían, tanto escrito como grabado, y los armados que tenían hasta entonces. Me entusiasmaba mucho el proyecto por varios motivos, tenía muchas ganas de editar un documental, y Bernardo me parecía un hermoso personaje.
¿Qué características técnicas tenía el material?
Era un material muy heterogéneo, que se fue grabando de a poco, durante varios años. La mayor parte del material se grabó con una Canon 7D, pero también teníamos otros materiales grabados por sus alumnxs o conocidxs con otro tipo de cámaras, material del archivo personal de Bernardo en VHS, material en 16mm de un corto que grabamos con él en nuestra época de estudiantes, material super 8mm que se grabó especialmente para la película, y una buena cantidad de fotografías.
Todo el tiempo pasaban cosas nuevas, Bernardo hacía una nueva muestra, se agregaba material en 8mm, sumábamos materiales de otros proyectos donde actuaba Bernardo que nos servían en la búsqueda más onírica y experimental… Incluso había una parte del material grabado en Tucumán que se había perdido por una falla de un disco, y del cual recuperamos una parte ya avanzada la edición. Nunca se dejó de filmar y editamos en varias etapas.
¿Cómo fue el flujo de trabajo? ¿Qué software usaste y qué desafíos tuviste al respecto?
Al ser un proyecto de bajo presupuesto no tuve asistente. Fue un desafío ordenar el material, ya que, si bien estaba ordenado por fechas y cámaras, no había sido sincronizado en las ediciones anteriores, y el sonido muchas veces no tenía claqueta. Convertí todo el material a ProRes LT para unificarlo, y sincronicé y ordené todo el material. Edité con Premiere, con el que trabajé muy cómoda.
Yo tenía de referencia el armado que había hecho Lucila. Ese armado tenía algunos climas muy interesantes, y un inicio de búsqueda experimental que quedó en el armado final. Pero le faltaba una estructura, y ese fue nuestro gran desafío y nuestro recorrido. Lo primero que hice fue ver todo el material completo y tomé notas, a las que volvía cada vez que lo necesitaba. Había mucha cantidad de material y situaciones muy diversas.
¿Cómo incidieron las pausas en el proceso de montaje?
Cuando arranqué yo estaba embarazada de unos 5 o 6 meses. Me llevó unas dos semanas el orden y visionado del material. El inicio también fue largo, hasta que tuvimos un armado de más o menos media hora que nos convencía. Tampoco trabajábamos tiempo completo, porque las dos teníamos otros trabajos paralelos. Cuando se acercaba la fecha de mi parto frenamos, porque no me daba la cabeza, jaja, y recién retomamos luego de varios meses. El cierre se iba estirando, y Lu ponía deadlines que nunca se cumplían, porque siempre aparecía un material nuevo, o se daba algún evento como la muestra de Bernardo en el Borges… creo que la propia película nos decía que aún no estaba terminada. En esos casos, la dejábamos descansar y luego retomábamos.
Creo que, para un documental de estas características, las pausas fueron necesarias para una decantación, una maduración de lo que terminó siendo la película. Era un documental con un guión tentativo que fuimos encontrando en la edición, y a la vez con un material muy vivo que cambiaba todo el tiempo, porque Bernardo seguía (y sigue) produciendo y en constante movimiento.
¿Cómo fue el trabajo con las directoras?
Como Andy estaba viviendo afuera trabajé siempre con Lu. Cuando teníamos un armado avanzado se lo pasábamos a Andy y ella nos mandaba su devolución. Empecé armando sola y le pasaba los distintos armados de las escenas a Lu que me daba sus devoluciones. Luego empezó una etapa donde nos juntábamos más a trabajar juntas, charlábamos mucho, hacíamos distintas escaletas. También hicimos proyecciones y mostramos los distintos armados a conocidxs que nos daban sus devoluciones.
Fue un gran aprendizaje trabajar juntas, porque, como además somos amigas, hablábamos casi todos los días y le dábamos bastantes vueltas a todo lo que nos iba pasando en relación al material. No siempre estábamos de acuerdo pero eso enriquecía el trabajo. En ese sentido nos ayudó la extensión en el tiempo porque las cosas iban decantando hacia el mejor lugar.
¿Qué desafíos o particularidades tuvo el montaje de este proyecto?
Fue un enorme desafío encontrar la estructura, y elegir el material para que Bernardo surgiera de él con todo su espesor. Buscábamos despojarlo de su faceta más actoral, para mostrar la esencia detrás del personaje.
Dentro del material, había una jornada, que es cuando Bernardo saca los cuadros que tenía archivados en un cuarto al fondo de su casa, que tenía mucha fuerza, donde no se sentía la presencia de la cámara, y creo que eso fue nuestro eje. Otra de esas escenas es cuando Bernardo habla con un alumno que no está conforme con lo que está haciendo. Esa escena tenía muy mal audio, se escuchaba ruido de lluvia y fue tomado sin micrófono. Pero tenía tanta fuerza y nos contaba tanto del personaje, que yo sentía que tenía que estar. Finalmente lo resolvimos con subtítulos. Pero la búsqueda fue un poco esa, la de esos momentos de verdad.
Fue un desafío también el trabajo con materiales tan distintos, dándonos lugar para la experimentación, pero sin perder de vista la necesidad de una estructura, de una organicidad dentro del “collage” de materiales.
¿Cómo fue el trabajo con el sonido?
Desde el montaje había una intención y una búsqueda sonora, y el trabajo de Fernando Rivero, que hizo la post de sonido, supo potenciar esa intención, y también hizo grandes aportes creativos que terminaron de darle a la película el clima que necesitaba. También sumó mucho la música de Fermín Kehoe.
¿Quisieras agregar algo más sobre el trabajo en El cisne equivocado?
Que es una alegría que esta película que quiero tanto se proyecte en el festival de Tucumán, la ciudad donde nació Bernardo, su protagonista. Y que fue un proceso muy rico de mucho aprendizaje, y también muy placentero.