TIEMPO PERDIDO

Luego de su paso en el 2019 por el 34 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, la ópera prima Tiempo perdido, de Francisco Novick y Natalio Pagés, con montaje de nuestra socia Camila Sassi junto a Nicolás Toler, se estrenó el pasado 24 de noviembre en la plataforma CINEAR PLAY.

Tuvimos la oportunidad de conversar con Camila sobre el montaje del proyecto y acá les dejamos la entrevista. ¡Felicitamos a todxs por el estreno!

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¿Cómo llegaste al proyecto y cómo estuvo conformado el equipo de edición? 

Me convocó Nicolás Toler para editarla en conjunto. Él estaba participando del proyecto desde la preproducción, junto con el Colectivo Rutemberg que produjo la película. Desde el principio me entusiasmó el guión y el equipo, así que me sumé a la aventura.

Éramos un equipo de cuatro personas porque los directores, Francisco Novick y Natalio Pagés, estuvieron muy presentes. Además, nos gusta hablar bastante, así que fue prácticamente una asamblea constante. Lo cual siento que fue bueno para la película, porque hubo mucho diálogo en cada decisión.

¿Qué características técnicas tenía el material? 

El material era Sony XAVC a 23.976 fps. Y el tamaño era 4096×2160 4K 1.89, lo que nos dió flexibilidad para reencuadrar porque la película terminaría en un DCP de 2K.

¿Cómo fue el flujo de trabajo? ¿Qué software usaste y qué desafíos tuviste al respecto? 

Trabajamos en Avid Media Composer, Nicolás preparó los proxies en DaVinci Resolve y el proyecto de edición. Teníamos discos duplicados y el proyecto subido a una nube para poder trabajar en paralelo si era necesario.

Cuando terminó el proceso de edición, coordiné la postproducción. El color y conformado del material se hizo en DaVinci Resolve, donde trabajaron Patricia Batle, colorista, y Delfina Margulis Darriba, directora de fotografía. También, como adelanté, se hicieron algunos reencuadres que me parece ayudaron mucho a dirigir la mirada hacia los detalles que planteamos en el montaje.

En paralelo, trabajamos 72 planos de VFX. Como creo que ya se entendió lo multitasking que somos, dividimos los planos entre Nicolás, Juan Alejandro Stirparo Pantano y yo, que hasta me animé a borrar un boom.

 

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¿Cuántas semanas de montaje hicieron para el proyecto?

El proceso de montaje duró nueve meses, fue realmente monumental, y la postproducción duró poco más de un mes. Igualmente, no tuvimos grandes pausas durante ese tiempo. Por momentos podíamos dedicarle menos horas, porque manteníamos otros trabajos, pero estábamos constantemente en contacto con el proyecto.

Decidimos encararlo en tres etapas: en primer lugar, armamos el proyecto y editamos cada escena. La mayor parte de la película transcurre en el presente, pero también tiene dos escenas que suceden en el pasado. En el guión la historia se contaba cronológicamente.

Una vez que vimos el primer armado de la película empezó la etapa más larga. Nos juntábamos de lunes a viernes después del horario laboral a editar. Centrándonos en encontrar cuál era el mejor orden posible para las escenas.

Una vez cerrada la estructura, y cuando estábamos bastante avanzados en el proceso, nos liberamos una semana entera para dedicarle tiempo completo a los detalles y terminar el armado.

¿Qué desafíos o particularidades tuvo el montaje de este proyecto? 

La película se divide en dos grandes momentos. Una primera parte en la que el protagonista lleva la historia a partir de las acciones que hace día a día; como se trata de un personaje que se la pasa trabajando, nos concentramos en la monotonía de su rutina para que se resalten los recuerdos y elementos externos que aparecen para atacar su equilibro.

La segunda mitad de la película, se trata de una larga conversación entre el protagonista y otro personaje durante una cena. Esta escena dura casi media hora y fue un gran desafío encararla. En primer lugar, porque teníamos que sostener durante mucho tiempo el interés de lxs espectadores, por suerte el diálogo ayudaba un montón, pero también teníamos el desafío de encontrarle un ritmo a una escena tan larga. Encaramos diferente la edición con respecto al resto de la película, porque decidimos dividirla en grandes fragmentos y así enfocarnos en cada núcleo de la conversación.

Yo siento además que la película te crea una imagen del protagonista y después te la desarma. Lxs espectadores tenían que llegar a la escena de la cena con una cantidad de información sobre la vida del protagonista, para poder comparar sus acciones con lo que después afirma. Siempre que veo esa escena pienso que ambos personajes tienen razón y al mismo tiempo están equivocados, fue un gran desafío encarar una narración con ese nivel de sutileza porque teníamos que pensarla en cada capa de información.

Al ser una película independiente tuvo pocas jornadas de rodaje, pero el material era muy bueno. Teníamos que lograr encontrar el mejor tono de la película a partir de lo que se había filmado. Por eso tuvimos que modificar la estructura, para encontrar en las actuaciones un avance en la historia y un crecimiento de los personajes.

¿Cómo fue el trabajo con los directores? 

Francisco y Natalio estuvieron super vinculados en el momento del montaje. Participaron de casi todas las jornadas y tomamos muchísimas decisiones en conjunto.

Cuando la isla nos quedó chica, organizamos dos proyecciones con amigxs, personas que habían trabajado en la película y público general; que terminaron con una encuesta y un debate sobre la película. Estas conversaciones nos fueron sumamente útiles para probar si realmente estaban funcionando las sutilezas que habíamos planteado.

 

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¿Cómo fue el trabajo con el sonido? 

El sonido tuvo bastante protagonismo durante el montaje porque teníamos necesidades muy concretas para poder contar la historia. Así que, trabajamos muy cerca de Lucero Blaustein (ASA), la directora de sonido. Primero, desglosamos los sonidos que íbamos a necesitar para contar las distintas escenas, hay muchos momentos de la película que el personaje está solo y se cuenta lo que sucede a partir de sus acciones.

Cuando estuvo más avanzado el montaje, llegó la hora de hacer doblajes. Se doblaron algunos personajes secundarios y unos pocos momentos de los protagonistas. Una vez hecho esto, Nicolás Toler eligió y sincronizó las tomas, que después Lucero trabajó en sonido.

La música fue realizada por Paco Cabral en conjunto a Natalio, uno de los directores, que es músico también y funcionó de nexo entre el proceso de Paco y la edición. Prepararon maquetas de todos los temas originales, para que podamos colocarlos en montaje. Luego, hicieron las grabaciones y la mezcla final.

Terminado el montaje, Lucero arrancó a trabajar el sonido formalmente e hicieron la mezcla junto a Diego Martínez (ASA) en Ñandú Sonido.

¿Algo más que quieras comentarnos sobre el trabajo en Tiempo perdido? 

Tiempo perdido es la primera película en la que trabajé como editora. Fue un proceso largo, pero también muy emocionante transitarlo completo junto al equipo. Se estrenó en el 34 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata durante el 2019, fue una experiencia increíble estar en la sala y escuchar la opinión del público. Así que, estamos infinitamente contentxs de que esté disponible en Cine.ar.

Por otro lado, es una película que me gusta mucho porque reflexiona sobre la docencia, en un secundario público, y el rol del trabajo en nuestras vidas. En este año tan particular, esas temáticas pasaron al centro de la escena y me parece muy importante que existan películas que nos inviten a pensarlas.