TOMANDO ESTADO

Hoy se estrena en CINEAR TV la película Tomando Estado, tercer largometraje de ficción de Federico Sosa, editada por nuestra socia Laura Palottini. La película transcurre durante la crisis de 2001 en una  cooperativa eléctrica de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. Tuvimos la oportunidad de conversar con Laura sobre el montaje de este proyecto. Acá les dejamos la entrevista y ¡felicitamos a Laura por el estreno!

¿Cómo llegaste al proyecto?

Laura Palottini: Yo ya había trabajado con el director, Federico Sosa, en la edición de su película anterior, Yo sé lo que envenena. Empezamos a hablar desde que surgió la idea de Tomando Estado, y me fui encariñando con el proyecto desde el comienzo. Disfruto mucho trabajando con él por varios motivos. Principalmente porque es un apasionado del cine clásico y pasábamos muchas horas hablando y recomendándonos películas. Tenemos una mirada similar sobres recursos estéticos y cuando no, podíamos estar horas discutiendo lo mismo. Es muy seguro al momento de expresar lo que quiere y conoce a la perfección todo su material. Y como frutilla del postre, coincidimos bastante en posiciones políticas y eso hacía que entendiera cuál era el sentido de los textos, los personajes, etc.

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¿Qué carácterísticas tenía el material? ¿Qué software usaste y qué desafíos tuviste al respecto?

El material se grabó en 2k casi en su totalidad y los archivos raw fueron procesados y editados con proxies en ProRes. Lo complejo, pero a la vez facilitador, fue que el equipo técnico era muy chiquito. No trabajamos con asistentes casi en ninguna de las áreas. Por eso también los tiempos fueron muy laxos. Yo puse en sincro todo el material y recién después de tener todo sincronizado comencé a editar. Hace tiempo que hago color, entonces también me hice cargo del finish aunque esa no era la idea originalmente. Hice los proxies en Da Vinci Resolve, edité en Premiere y después volví al Resolve para hacer el color. La decisión de editar en Premiere se debe exclusivamente a que era el único software que manejaba Federico y él se encargaba de hacer algunos exports o marcas.

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¿Qué desafíos o particularidades tuvo el montaje de este proyecto?

Esta película tiene una característica que es un poco el sello de Federico, y es que las escenas pueden enrocarse con facilidad. Está filmada para que el relato se vaya articulando en la suma de información pero esa información está pensada en bloque, dónde cada escena tiene cierta independencia. Una vez que tuvimos armado el primer corte nos pasamos muchísimo tiempo enrocando escenas para ver cómo funcionaban. En ese proceso le pasamos el corte a Alberto Ponce, que con su llegada fresca al material,  su formación y experiencia hizo dos o tres enroques que funcionaron extraordinariamente bien. Tan importante es el montaje en la forma de filmar de Federico, que incluso después de todos estos enroques, seguíamos teniendo la sensación de que el final no funcionaba, los dos veíamos que había algo del vínculo de los personajes que no cerraba el círculo y se filmaron algunas escenas a último momento.

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¿Cómo fue el trabajo con el sonido?

Con respecto al sonido no puedo dejar de agradecer la predisposición y paciencia de Pablo Orzeszko. El sonido directo estaba bastante desprolijo, como suele suceder en producciones chicas, y teníamos mucho caos con la cantidad de micrófonos. Yo creo que entre Pablo y Santiago Pedroncini, el músico, hicieron un trabajo excepcional.

 ¿Querés sumar alguna reflexión final?

Es llamativo que en Argentina se haga poca ficción política, seguramente se debe a varios motivos. Hacer ficción que cuente hechos o tome postura respecto de la política local limita muchísimo la distribución y exhibición, y teniendo en cuenta lo que cuesta filmar no es un detalle menor. Cómo funciona el relato, cómo llega al público, cómo se interpreta, qué información llega,  también queda limitado por la política del momento de la exhibición. Estos aspectos, creo yo, son una variable más en el momento de la edición y de las decisiones de dirección y, por ende, un desafío. Por todo esto, para mí es un orgullo enorme ser una parte fundamental en  el engranaje de este proyecto.